El vacío ya no hace parte de mi; se ha exteriorizado y conforma todo el escenario que me rodea, me incorporo en una realidad alterna donde no hay espacio para los acontecimientos diarios y sólo los más relevantes sucesos toman un lugar en la historia. Dejo de ser presa de las circunstancias y comienzo a estamparlo todo a mi antojo.
Ya el tiempo no rige ni limita, sigue existiendo sin duda alguna, pero ha dejado de correr y ha colapsado para dejar que cada efímero momento, cada sentimiento -que en cualquier otro lugar se extinguiría poco después de ser descubierto- dure eternamente y se fusione con el espacio que me rodea. Estoy infinitamente lejos del mundo, reposando en la inmensidad del subconsciente que a veces me parece la parte más consciente del ser.