sábado, 5 de enero de 2013

Un hombre Incrédulo VIII

«Una eternidad espere, esté instante —Lilyth tenía los ojos clavados en los míos, mientras cautelosamente sólo me acercaba a su cuerpo mientras cantaba la canción de Soda Stereo en mi mente—... Come de mí, come de mi carne».

El cabello rojo de Lilyth la joven presa atrapada en el cuarto de un hombre desesperado, necesitado, molesto y resentido. Atrapada en mí propio cuarto. No iba a salir de allí, hasta que la oportunidad que me había fabricado —o quizá lo había hecho ella con excelente sutileza—, se solventara por completo. Y para hacerlo, debía estar desnuda frente a mí.

La sujete del rostro, ella no opuso resistencia. Paseé mis dedos por sus mejillas y escondí un mechón de su teñido cabello rojo detrás de la oreja. Sus ojos no parpadeaban y seguían fijos en mi mirada sin atreverse a decir nada. Me incliné y besé sus labios rojizos  Mis manos se deslizaron por su cuello hasta la cintura. La sujeté con fuerza, mientras podía sentir como sus manos se sujetaban de mi cuello. La besaba con los ojos cerrados, y aunque por mí mente pasará la imagen de varias mujeres las cuales deseaba, anhelaba y soñaba, sabía que tenía frente a mí, una joven impertinente de cabello artificial rojo. 

—¿Qué haces? —me preguntó Lilyth mientras separaba sutilmente su boca de la mía.

—Te beso —le respondí y acerqué mi cuerpo al suyo—. Y ahora pienso seducirte hasta que estés completamente desnuda.

—Creo que tu beso ya me ha seducido —respondió ella con una sonrisa y las mejillas ligeramente ruborizadas.


Me acerqué más ante la clara señal verde, y con mis manos paseé la parte baja de su espalda. Deslicé mis labios por su cuello, y pude sentir como mis pantalones empezaban a encogerse. Estaba ansioso y mis besos claramente lo demostraban cada que llegaban a su boca ligeramente abierta. Conocí su lengua, y después de mucho tiempo, disfrutaba de ello. De un excitante beso. 

—Detente —me pidió Lilyth—. Creo que esto no está bien. 

—No, no lo está —le respondí cuando deje de besarla—. Es mucho mejor si estamos en la cama —y ligeramente la acosté sobre ella con fuerza y determinación. Deje caer mi cuerpo sobre el de ella y mis manos se deslizaron por todo el jean acariciándole las piernas y los muslos. 

Lilyth tenía el cuerpo tenso, pero los ojos cerrados, dispuesta a entregar también su propio placer a un joven desconocido. Ese hombre que afortunadamente era yo.

—Facundo... —me susurró al oído cuando mis manos acariciaban sus senos debajo del escote. 

Ignoré su suplica y baje mis dedos hasta su entrepierna. Estaba jodidamente caliente y deseaba a esa pelirroja mujer. Quería estar dentro de ella, disfrutar de las mieles de su cuerpo. Quizá no tan perfecto como la sombra de Eva que me perseguía, pero era una mujer como todas. Quizá no tan hermosa, pero con la belleza natural que un hombre como yo, puede esperar.

—No aguanto más —le dije cuando su escotada blusa blanca ya estuvo bajo mis pies. Cuando ya sus senos desnudos me pedían ser besados. Y ella, con los ojos cerrados, tenía una expresión en el rostro bastante satisfactoria, lo suficiente, cómo para que yo no me detuviera. 

Me desabotoné el Jean.

«Come de mí, come de mi carne» tarareé junto a la voz de Gustavo Cerati.. 

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