He aprendido mucho de ella. De su boca, y de sus palabras; de sus ojos y de sus expresiones; de su personalidad y de sus defectos. He aprendido que la verdadera belleza de una mujer radica en los ojos que te miran y te corresponden mientras pestañean.
He aprendido que hay siluetas hermosas durante las noches, y una de ellas es esa que esta recostada sobre tu cama completamente dormida. Cuando te quedas observando aquella imagen, te das cuenta de lo delicada que puede ser una personas, sus emociones y su fugitivo corazón.
He aprendido que no hay que dar por sentado un sentimiento o un pensamientos, que siempre es bueno, sobre todas las cosas, expresarlos, decirlos, compartirlos, con toda sinceridad. Nunca puedes simplemente creer que las personas saben cuanto importan ellas para ti. He aprendido, que los mejores momentos no sólo involucran pequeñas sonrisas, y grandes carcajadas; las lágrimas también hacen parte del bello paisaje.
Aprendí que muchas de las canciones del mundo están hechas para ti. Que sus letras cuentan tu historia, y que su melodía es un grito de guerra en amores. Aprendí que se pueden dibujar retratos que pintan el corazón y delinean promesas.
He aprendido que una mujer puede ser el centro de tus sueños, pero no puede ser el centro de tu vida. No se puede simplemente pedir ser amado o pedir ser olvidado. Y que un trago amargo de licor durante la ausencia recrea el vinillo de las voces que memorizaste en su compañía.
Y sobre todo, he aprendido que no importa cuantas cosas le digas a alguien más, cuantas veces afirmes estar perfectamente bien, cuando se trata de mujeres y amor, es simplemente imposible mentirse así mismo.
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ResponderEliminarestoy de acuerdo, es un buen texto.
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