Ella me pide que mis decisiones no las tome por estar cerca suyo. Que no es lo correcto. Que debo hacer todo por mí y no para probarle algo. Pero no entiende que simplemente quiero estar cerca suyo. Es una decisión como cualquier otra, como elegir tu carrera universitaria; como elegir que vas a almorzar entre las muchas opciones que hay en el menú. Una decisión que finalmente quiero para mí, y para mí la quiero a ella cerca. No es ausencia de razonamiento, ni tampoco una locura, es un suceso lleno de lógica: Buscamos siempre lo que nos hace sentir bien; buscamos lo que nos gusta; buscamos lo que cada día nos hace mejor persona.
Buscamos lo que vemos dentro de diez años. Y yo, la veo a ella...
Esto me empieza a sonar conocido.
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