domingo, 2 de octubre de 2011

La metamorfosis 2

El vendaje del cuello no era suficiente. La sangre empezaba a filtrarse y a salirse de la gaza. Ángela cambiaba el vendaje como podía y de vez en cuando, podía sentir sus dedos recorrer las múltiples aberturas como finas lineas que tenia en el cuello. Me aplicaba desinfectantes, y me daba algunos analgésicos que yo mismo le pedía. Era incontenible el dolor. Ya quería incluso acudir a la morfina, pero eso, no era algo que vendieran en una simple droguería.

Mi cuerpo estaba muy pálido, casi azulado, al parecer —o eso daba la impresión— mi cuerpo empezaba a perder temperatura y caía en una hipotermia severa. El corazón me daba brincos. A veces palpitaba tan deprisa que me temía un infarto y a veces tan lento, que temía una indisposición cardíaca. En pocas palabras, estaba hecho una mierda «Joder».

—Debemos llevarte a un hospital —inquirió Ángela.
—No —le respondí severamente.
—Te estás muriendo, es que no te das cuenta...
—Si voy, tendré que explicar que paso...
—¿Y qué paso? —los ojos de Ángela empezaban a perder su brillo. Quizá estaba cansada.
—No vas a creérmelo...
—Cuéntamelo de una puta vez —gritó desesperada.

Lo dude un momento. Y ese momento de duda, me llevo al más profundo dolor. Era un asqueroso dolor en la boca del estomago, era como si todos mis órganos se movían. Eran cólicos, pero no de indigestión. Y la respiración empezaba a fallarme.

—Me mordió un loco cuando bajaba la calle del muerto... —dije como pude.
—¡¿Qué?! —gritó—... debemos llevarte al hospital...
—Ese loco —la interrumpí—, parecía un vampiro —me falto el aire.

Ángela no fue capaz de decir nada, y yo solo desvié la mirada al techo. Cerré los ojos de nuevo. Necesitaba descansar, ya no soportaba el dolor. Los sonidos fueron desapareciendo de a poco, hasta que estuve totalmente aturdido... por el silenció.

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