Ese afán de establecer relaciones causales entre fenómenos, donde no existen, está muy enraizado en nuestro cerebro precisamente por su utilidad adaptativa. Y tiene que ver con una propiedad aún más general: nuestro cerebro es un buscador constante de patrones significativos, de pautas, de conexiones entre eventos, de relaciones significativas entre sucesos que nos rodean.
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