viernes, 22 de enero de 2016

El regreso de una Hermosa Mujer IV

Desconcierto


Me dolía todo. La cara, el cuerpo, la dignidad, todo… Tenía sangre seca en la nariz, los labios y el mentón. Antes de abrir los ojos acaricie mi cara con los dedos, tenía el pómulo del ojo izquierdo inflamado. 

«Que mierda» pensé mientras recordaba la idiotez que había hecho. Eva tenía razón, yo no había cambiado nada. Sólo pretendía ser quién no era. 

Abrí los ojos. Y la oscuridad no desaparecía, todo se veía nublado y borroso. Aún era de noche, la ausencia de vida era evidente. No sentía ni un alma cerca. ¿Cuánto tiempo había estado desmayado? Volví a cerrar los ojos para sentí cada fibra de mi cuerpo maltratado. Sentía el tronco de un árbol en mi espalda, y estaba sentado. Alguien me había ayudado. Me asegure en medio del dolor, la ceguera y la somnolencia que nadie me hubiese robado. Las llaves, la billetera y el celular seguían conmigo.

Con dificultad volví abrir los ojos. 

—¿Estás bien? —me preguntó asustada la chica de cabello negro, sentada de rodillas frente a mí. La imagen de su rostro y su cabello despeinado se hacían más nítidas.

Lo admito. No era la mujer que esperaba ver al abrir los ojos. En realidad no esperaba a nadie al abrir los ojos. Pero me sorprendió ver sus ojos miel frente a mí. Me observaban fijamente y con preocupación. Había decidido ayudar a un completo desconocido, y yo… yo sólo me preguntaba si Eva estaba con ella. 

La busque a los alrededores, pero no veía a nadie. Luego volví a fijar la mirada en ella, tan desconcertada y abrumada.

—Ella se fue —dijo con la voz muy baja. Como si aquello le doliera. 

Yo sonreí con las pocas ganas que tenía.

—¿Tú por qué sigues acá? 

—No iba a dejarte allí tirado, cuando te pedí venir con nosotras —hizo una pausa y se levantó del piso donde había estado junto a mí por un rato—. Además quien puede dejar a otra persona allí tirada desmayada. 

—Eva, por ejemplo —respondí con desdén. 

La chica de cabello negro no dijo nada. 

Volví a sonreír. 

—Gracias —le dije mientras intentaba ponerme de pie. La chica me tendió la mano y me ayudo a levantarme—. Perdón por hacer de tu noche un drama. 

Ella sonrió conmigo.

—Resulto ser emocionante después de todo —bromeó. 

La mire y claramente vi una oportunidad para volver a ver a Eva. Su amiga, quizá una de las más cercanas. ¿Pero, sería capaz de hacer yo algo así? ¿En esto me había convertido?

—¿Cómo te llamas? —le pregunté mientras revisaba que todo en mi cuerpo estuviese en orden. 

—Alex —respondió con un poco de alegría. 

Había roto la regla, no involucrarme, no saber su nombre, no interesarme en lo más mínimo por su existencia. Pero era lo menos que podía hacer, se había compadecido de mí, se había quedado para ayudarme. Bueno, al menos debía saber cómo se llamaba. ¡Ah, y claro!, era la amiga de Eva. Necesitaba saber cómo se llamaba… 

Sí, en eso me había convertido.

—¿Facundo verdad? —dijo.

Asentí con la cabeza. 

—¿Por qué te odia Eva? —me preguntó con curiosidad mientras caminábamos sin ningún rumbo. 
¿Qué pretendía acaso? 

—Es una pregunta que deberías hacerle a ella —miré al piso más que frustrado, abochornado. Alguna vez había pensado que entre ella y yo había algo más. Pero no era cierto, era mi invento. Sólo perdía el tiempo. Siempre lo había sabido en el fondo. 

¿En qué momento empecé a desagradarle tanto? 

—Lo siento —se disculpó Alex la chica de cabello negro, entendiendo mi lamentable expresión. 

—No te preocupes — quise aparentar tener todo bajo control y le sonreí, como si de verdad estuviese encantado de compartir esa corta caminata con ella—. ¿Te volveré a ver? —le dije, siguiendo esa pantomima. 

Alex sonrió, continuó caminando a mi lado, y antes de separarnos apuntó su teléfono celular en el mío. 

2 comentarios:

  1. No esta mal, pero que diga "Perdón por hacer de tu noche un drama" es demasiado femenino.

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